Frente Costero: La necesidad de discutir sobre bases objetivas

El Doctor Rubén José Lara, director del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO), opinó sobre el proyecto municipal de extender el dragado hacia General Cerri. ¿Se puede compatibilizar crecimiento económico y protección ambiental?


Recientemente se han sumado en los medios locales varios anuncios sobre la realización del Paseo Costero y el "megaproyecto" de Puerto Cuatreros, así como diversas opiniones alertando sobre las consecuencias de distinto tipo que este último traería aparejado para los humedales y, en general, para el ecosistema costero adyacente.
    
La discusión surgida en torno a la necesidad de compatibilizar crecimiento económico y protección ambiental es justificada y más que saludable. La diversidad de opiniones e intereses desde los dos puntos de vista es la usual en cualquier comunidad en la cual la creciente conciencia ecológica se encuentra con un desarrollo industrial en expansión.

Justamente, porque esto no es nuevo, ni en la Argentina, ni menos aún en los países industrializados, es necesario llevar a cabo un debate desapasionado con amplia participación de todos los sectores. Para ello resulta ineludible una demarcación clara de los sistemas económicos y naturales que interactuarán a través de su proximidad espacial o de la conectividad propia de los sistemas estuarinos.

Concretamente, para que la discusión iniciada pueda progresar, ser participativa y productiva, es ineludible que las instituciones involucradas en los proyectos mencionados hagan público a través de los medios locales, información adicional de forma gráfica y numérica sobre los emprendimientos citados. Esto debería incluir:

* Un zoneamiento ambiental sobre un mapa, imagen satelital o fotografía aérea, indicando: la ubicación exacta y dimensiones (superficie y geometría) del sector donde se planea verter el refulado procedente del dragado.
* Estado de los humedales más cercanos (prístino, ligeramente degradado, degradado).
* Ubicación de zonas de reserva.
* Demarcación de los humedales más ricos en diversidad y más sensibles en la zona interna del estuario.
* Inserción del paseo costero.
 
Además, debería explicitarse si se afectarán directamente (por cobertura debido a vertido de refulado) aquellas áreas de reserva que estén bajo el amparo de la legislación vigente, sea provincial, nacional o a través de la suscripción a convenios internacionales.
 
Sin esa información la discusión será siempre parcial, y la utilidad de reportajes, notas o mesas redondas se verá restringida más a una colección de opiniones o percepciones, contribuyendo relativamente poco al análisis objetivo de un escenario de crecimiento económico respetuoso de la integridad y salud ambiental.
 
En cuanto a la salud ambiental, cabe destacar, que con todos los aspectos positivos que tiene tanto la discusión arriba tratada, como la iniciativa de abrir una ventana al estuario, no puede soslayarse en el análisis integral de nuestra zona costera que uno de los problemas mayores de nuestro estuario fue y es el vertido de efluentes de origen antrópico, prácticamente sin tratamiento alguno. Esto ya resultó en el cierre del balneario Maldonado debido a la contaminación de las aguas con bacterias coliformes procedentes de residuos fecales.
 
Las bacterias no se verán contemplando un atardecer desde el Paseo Costero, pero allí están, representando un riesgo potencial tanto a la salud de los organismos del estuario, como a los seres humanos. Un riesgo tan digno de ser tenido en cuenta como la salud y la diversidad de los humedales costeros.

Una mirada diferente.
Hemos escuchado por diferentes medios de comunicación, con sorpresa y preocupación, información sobre el megaproyecto que tiene por objetivo profundizar el canal entre los puertos Galván y Cuatreros, para instalar una planta regasificadora y sumar a la minera Vale que exportaría potasio, además de ganarle tierras al mar y fomentar la radicación de empresas en esa zona.

Nuestra preocupación se da principalmente porque poco o nada se dijo sobre los impactos ambientales que se generarían en el área. Tampoco se tuvo en cuenta que ese sector es una de las zonas que mejor cumple con los objetivos de conservación del Proyecto de Reserva Costera originalmente presentado. Esperábamos que esta zona formara parte de la Reserva Costera Municipal, que hasta ahora sólo comprende un basural y unos pocos metros de costa, sin incluir arbustales ni espartillares, ambientes característicos de nuestra zona.

En Bahía Blanca el avance urbanístico-industrial y la actividad portuaria han modificado el patrón ambiental originario de forma irreversible. El sector que se ubica desde el canal Maldonado hacia el partido de Villarino es, hasta el momento, el menos impactado por la actividad humana y con ecosistemas nativos en buen estado de conservación, posibles de ser protegidos.

Este ambiente genera servicios ecológicos fundamentales, como el entrampamiento de sedimentos, materia orgánica y contaminantes, estabilización de procesos erosivos, regulación de los regímenes hídricos, ser fuente de biodiversidad, brindar un ambiente importante para la reproducción de especies controladoras de plagas, ser área de alimentación de varias especies de aves, entre ellas tres categorizadas como amenazadas en la Argentina (gaviota cangrejera, playerito canela y playero rojizo) y brindar el hábitat de reproducción y de alimentación de especies marinas, entre ellas peces y cangrejos, estos últimos contemplados dentro de la ordenanza municipal de especies emblemáticas de Bahía Blanca. Por otra parte, dragar este sitio implicaría remover los metales pesados que se encuentran en sus sedimentos.

Además, desde el año 2002 TELLUS realiza en esa zona el Censo Neotropical de Aves Acuáticas, organizado por Wetlands International. Es un programa de monitoreo a largo plazo para el estudio de aves acuáticas y humedales, que se realiza simultáneamente en cerca de 250 sitios en nueve países de América del Sur.

Y pareciera que el desarrollo sólo se mide en términos de producción, mientras que la conservación de patrimonio cultural, la biodiversidad, los ambientes originarios y los servicios ecológicos que ellos nos brindan no son indicadores de desarrollo. Un estudio de la UNS sobre los humedales en la costa marítima del Partido de Bahía Blanca indica que el 100% de los encuestados opina que estos ambientes deben ser protegidos porque son paisajes únicos, singulares, importantes reservas para la vida silvestre, por su alto valor natural que está siendo deteriorado por el avance industrial y porque deberían conservarse para las generaciones futuras.

¿Hasta dónde ceder por el progreso? ¿Qué es el progreso? ¿Es entregar el bienestar de la población, es ceder una maravillosa vista hacia el mar y extensas caminatas por la costa? ¿Es renunciar a la agradable e inolvidable conexión con la naturaleza? ¿Es perder nuestra identidad de ciudad con vista al mar? ¿Cuánto ceder de los pocos espacios naturales que nos quedan en pos de ese "progreso" y beneficio para unos pocos? Porque en esas tierras hay mucho más que barro, cangrejos, aves, algunas plantas... hay historia, ¡hay vida! ¡Y la libertad de decir esta vista nos pertenece! Y la paz de poder encontrarnos a nosotros mismos en los atardeceres mirando el mar.

Fuente: La Nueva Provincia

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