Existe desde hace años una técnica local que aún no se implementa. En el Ejecutivo está, desde hace más de un año, un proyecto de ordenanza para la creación del programa.
El biomonitoreo de contaminantes mediante la utilización de abejas se está implementando en distintas partes del mundo, por su bajo costo y porque ofrece datos sobre una larga lista de contaminantes. En nuestra ciudad no se instauró, pese a ser un sistema de probada efectividad, desarrollado por técnicos universitarios y requerido desde el Comité Técnico Ejecutivo (CTE) y desde las Comisión de Control y Monitoreo (CCyM).
"Una colmena tiene unas 40 mil abejas que recorren 700 hectáreas 15 veces al día. Eso hace que, por cada jornada, se obtengan millones de microrelevamientos del área.
"Sucede que, al volar, se cargan electroestáticamente y se les adhieren los contaminantes al cuerpo. Además, las abejas juntan el néctar de las flores, que constituye un muestreo del suelo. También se constatan los contaminantes en la miel, el propóleo y la sera de la abeja".
Las afirmaciones pertenecen a Gustavo Gorza, técnico universitario apícola, quien desarrolló un sistema de biomonitoreo que fue probado con éxito en nuestra ciudad.
A partir del trabajo realizado y los avances logrados, mantuvo vínculos con profesionales de otras partes del mundo donde sí se utilizan las abejas para realizar estos controles. De hecho, Gorza está invitado a Costa Rica, país que pretende implementar esta metodología en zonas protegidas.
Junto a un grupo de profesionales de la Universidad Nacional del Sur desarrolló, en 2006, una técnica de monitoreo que podría comenzar a utilizarse, prácticamente, de inmediato.
Comentó que el biomonitoreo se utiliza en Europa. Incluso, en España se emplean avances desarrollados en nuestra ciudad.
"Es un método efectivo y muy barato de llevar a cabo, que permite rastrear fácilmente más de 30 o 40 contaminantes. La inversión inicial puede rondar los 15 mil pesos. Hace un año, valuamos en 250 mil pesos anuales el costo de hacer un relevamiento en 3000 hectáreas, lo que equivale a la superficie del polo petroquímico", destacó.
Gorza dijo que los análisis de las colmenas se pueden realizar en Bahía Blanca y en cualquier momento.
"Entre dos personas, se puede manejar todo el sistema, el cual no sale nunca de servicio y es sustentable, puesto que las colmenas se regeneran", expresó, a la vez que aclaró que las abejas no pican a las personas por instinto, salvo cuando son atacadas.
Recordó que cuando presentó el sistema, recibió el respaldo de los profesionales vinculados a la actividad industrial.
"El Comité de Control y Monitoreo también pidió que se implemente este mecanismo, pero faltó la decisión política para que, en definitiva, se cristalice", opinó.
Fernando Rey Saravia, coordinador del Comité Técnico Ejecutivo, apoyó la iniciativa hace aproximadamente cuatro años y aún considera que puede ser de utilidad para el control del medio ambiente.
"Es una propuesta interesante y que permite sacar conclusiones. Incluso se utiliza no sólo en zonas industriales sino, también, para medir contaminantes en zonas urbanas y en autopistas, por ejemplo", comentó.
En tanto, dijo que a él se le plantean interrogantes, principalmente, por los cambios biológicos y meteorológicos que pueden afectar en el comportamiento de las abejas.
"Por ello es importante que sigan este trabajo, especialistas en el tema vinculados a la investigación o a la universidad", señaló.
Iniciativa presentada en 2008
En 2008 se presentó un proyecto en el Concejo Deliberante, para la creación de un programa de control y biomonitoreo del medio ambiente con abejas que, desde el 20 de octubre de 2010, se encuentra en el Ejecutivo, a la espera del respectivo informe.
Si bien la propuesta muestra como único autor al edil Raúl Ayude (Integración Ciudadana), Raúl Woscoff tuvo activa participación en su elaboración siendo, por entonces, presidente de esa agrupación política.
El proyecto se ejecutaría en el marco de la ley provincial 12.530, que delega las facultades de control y monitoreo de las grandes industrias en el municipio y crea la tasa ambiental con la cual se solventan los costos que genera esa obligación.
Ni las empresas ni el gobierno comunal, según fuentes consultadas, quisieron asumir los gastos que demandaría su implementación.
En la propuesta también se prevé comparar los datos con bioindicadores de similares características, ubicados en un lugar alejado de la zona a monitorear. A su vez, se plantea un sistema de licitación pública para la adjudicación del servicio.
"El biomonitoreo previsto por la presente significa contribuir al cumplimiento de la responsabilidad pública de garantizar el derecho a un ambiente sano, estableciendo un sistema de evaluación de impacto ambiental, generando una nueva fuente de diagnóstico e información ambiental", indicó Ayude.
Fuente: La Nueva Provincia