En el puerto de Ingeniero White la actividad pesquera es casi nula. La causa principal es la contaminación producida por el polo industrial. No hay representación ni subsidios para los trabajadores. Desazón por el presente y desconcierto por el futuro de los pescadores.
Hace varios años que la ría de Bahía Blanca está sufriendo distintos problemas ambientales ocasionados por los desechos industriales y los principales perjudicados son los pescadores. Los peces no ingresan y la pesca artesanal es nula desde hace algunos meses.
Pablo Alejandro Bustos es pescador artesanal de la ría de Bahía Blanca hace 17 años. Propietario del barco con el cual trabaja, vive exclusivamente de la pesca y, sin ella, su subsistencia se hace cada vez más difícil. El mismo describió su situación: “No la estamos pasando bien, hace un mes y medio que estamos parados, que no hay pesca. El año pasado en junio se trabajó bien, este año en junio todavía no agarramos nada”.
Las reiteradas obras que se están realizando en el canal principal del puerto, la instalación de nuevas empresas y la falta de control, provocaron que el cardumen no ingrese. Hace seis años los pesqueros se tenían que adentrar sólo trece km para conseguir sus presas, hoy son necesarios unos 40 km.
El reclamo que llevan a cabo los pescadores artesanales del puerto de Ingeniero White no es actual.
Desde el accidente ambiental del 20 de agosto de 2000, donde un escape de cloro cubrió con una nube naranja el cielo del parque industrial, los reclamos no han cesado.
Reiteradas veces han planteado estos problemas argumentando el deterioro de la actividad. Son permanentes los reclamos para que se deje de contaminar, o en su defecto, para que se indemnice a los pescadores para poder radicarse en otra zona.
En 2009, tras una manifestación de los pescadores en el puerto de White, la policía y la Prefectura Naval Argentina reprimieron a los trabajadores.
Por estos motivos, Pablo Bustos afirma que se encuentran solos en esta lucha por el cuidado del medio ambiente y de su actividad y advierte que “cuando se instalen todas las plantas, esto no va a ser una ría sino que va a ser el vertedero de las empresas”.
Terminar con la actividad.
Una llamativa decisión de una empresa privada generó incertidumbre en los pescadores de la zona. Ofrece a los trabajadores una suma aproximada de 80 mil pesos para que abandonen la actividad. A cambio del dinero, el pescador entrega su barco y su licencia.
El ofrecimiento que incluye a las embarcaciones de hasta 7,5 metros presenta una pseudo solución hacia la actualidad de los trabajadores que no están atravesando su mejor momento. Sin embargo, hay muchos cuestionamientos y contradicciones por parte de la Cámara de Pescadores de Bahía Blanca.
Según el pecador Bustos, esta decisión de entregar la actividad al mejor postor no es lo correcto y no pasa por su mente.
Definiéndose como un apasionado del trabajo, dice que para ser buen pescador “hay que meterle sangre, uno lo tiene que sentir, es una mezcla de aventura, en la que hay que ponerle empeño y garra”.
En contacto con Desafío, afirmó que sólo tuvo que abandonar la ría dos veces, buscando otros mares donde surgiera el cardumen.
“Había una malaria terrible, no había pescado, estuve tres meses embarcado en Caleta Paula, en el sur del país”.
Solamente estuvo seis meses afuera. Luego, regresó a la ciudad, pero nunca abandonó su pasión por este trabajo.
Otro de los cuestionamientos que genera conflictos dentro de la actividad pesquera es el proceso de reconversión de canoas que impulsa la comuna en conjunto con el gobierno provincial.
Aprobaron una reconversión para los pescadores de Bahía Blanca, donde se estipula la fabricación de embarcaciones equipadas con un motor de 115 hp.
Desde un sector de la actividad pesquera, este proyecto no les interesa ya que estas embarcaciones son las que están echando a perder parte de la pesca.
Lo que se espera por parte de los trabajadores es que estos barcos sean destinados a pescadores reconocidos, que tengan trayectoria probable a través de una investigación de sus partes de pesca.
Que sean personas que estén comprometidas con el trabajo, que vivan exclusivamente de él y no que queden en manos ajenas.Otro punto cuestionado de esta reconversión se basa en que se pretende entregar una cantidad mayor de embarcaciones que los permisos habilitados para este año.
Según los registros presentados por el ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia, sólo hay 37 autorizaciones y ya se encargaron más de 40 embarcaciones para ser entregadas.
Un tiempo diferente.
Con 25 años en la actividad, Pablo Bustos recuerda un pasado muy diferente al que le toca vivir hoy en día. Por aquellos tiempos, la ría de Bahía no estaba plagada de estas empresas petroquímicas, el cardumen se encontraba en cantidad y no había que recorrer grandes distancias para hacerse de la presa.
El tiempo cambió y para mal. Al contrario de aumentar su productividad, las aguas de la bahía se han contaminado y son poco habitables para las distintas especies marinas. Desde sus inicios, siempre llevó la pesca en la sangre y le cuesta creer lo que le toca presenciar: “Jamás pensé que me iba a encontrar con todos los problemas con los que me encontré este año o el año pasado”.
Se han hecho innumerables pedidos por parte de los damnificados para que se cese con los vertidos contaminantes en la ría, para que se realicen acciones de recomposición y para que se tomen medidas para evitar los perjuicios hacia el medio ambiente y la actividad pesquera.
Pero no hay soluciones a la vista.Propietario hace cuatro años de la embarcación “Siempre constante”, Pablo Bustos no se dará por vencido y hará honor al nombre de su barco en esta lucha.
Fuente: Revista Desafío Económico